jueves, 21 de abril de 2016

Segunda parte / La realidad perdida

Segunda parte



...un montón de mujeres. Mujeres
de fuego, mujeres de nieve.
 

SILVIO RODRÍGUEZ


 La realidad perdida

 Si discutían de política, ella se alejaba, no soportaba cuan-
do alzaban la voz y se agredían. Claro que pensaba que los
hombres son como unos cachorros que necesitan luchar
un poco para divertirse. Sabía que era así, pero igual le de-
sagradaba. ¿Acaso los hombres no entienden que si en
uno mismo existen miles de realidades, entonces entre dos
personas diferentes deberá haber no menos de dos mil?


 Ella lo sabía, sabía que existen muchas realidades
pero no estaba muy segura de cuáles le pertenecían.



 Una era la que salía en la televisión, en la propa-
ganda de pasta de dientes donde cada miembro de la
familia «quiere aliento fresco» para realizar sus activi-
dades personales:


—papá tenía un nuevo trabajo,
—el hijo mayor una nueva novia, y
—la pequeña un nuevo diente.

Pero ella, la mamá del anuncio, tiene una necesidad
más sencilla. La de siempre: que todos los miembros de su
clan luzcan perfectos. ¡Se sentía tan identificada!


Había también otras realidades que la rodeaban,
como por ejemplo el color justo del guiso y la ensalada para
que luzcan apetitosos, o el truco para hacer desaparecer el
moho del baño, o la satisfacción que se siente cuando ter-
minamos de lavar toda la ropa, los niños cenaron y están
bañados y listos para dormir.


Existía además otra realidad, la de la cama. La de la
intimidad. Esa era la más dura, o la que más le costaba
comprender, la más lejana, o tal vez era de aquellas que
no le pertenecían.


 


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